Desde nuestra experiencia, la Biodanza es un «pacto de ternura» que nos invita a desarrollar una mirada afectiva y empática hacia nuestro interior y hacia el mundo que nos rodea.
Somos seres relacionales, estamos en constante interacción con otras personas. En este sentido, la Biodanza ofrece una mirada ecosistémica de la vida y las relaciones que facilita el desarrollo e integración de los potenciales humanos.
Su enfoque pedagógico, terapéutico y vivencial genera un clima de seguridad y confianza que promueve de forma integrada una mayor coherencia existencial y una revisión de los valores de un buen vivir, utilizando como recursos la música, el movimiento y el grupo.
Una sesión de Biodanza tiene aproximadamente 2 horas de duración. Consta de una breve parte verbal, donde compartimos experiencias relativas a la sesión anterior, aclaramos dudas sobre contenidos teóricos de la Biodanza, y reflexiones que puedan surgir y una parte vivencial, que consiste en una secuencia progresiva de danzas/propuestas musicales/propuestas de movimiento que promueven vivencia integradoras.
Desde un punto de vista emocional, la Biodanza estimula la expresión espontánea, logrando una mayor integración entre las motivaciones internas, los gestos y el movimiento corporal. Esto nos permite experimentar nuevos comportamientos y actitudes dirigidos a un estilo de vida más saludable.
Desde un punto de vista relacional, la Biodanza favorece una comunicación verbal y corporal más abierta y fluida, estimulando nuestra capacidad de expresión afectiva, así como nuestra capacidad de manejar los límites personales con claridad.